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EN UNA SILLA VACÍA ALGUIEN REPOSA.
Esta silla tiene una silueta que le es propia.
En ella habita. Cuando alguien se sienta en ella
la lastima. Pero ese alguien no se queja.
No quiere que nadie sospeche su presencia,
que nadie sepa que est· allÌ, en esta silla,
en este bar o en esa sala de espera, viendo
pasar la vida como silencio o como espía.
En algunos sitios se encuentran estas sillas.
Alguien las ocupa. Desde ellas nos vigila.
Pero no podemos descubrirlos, si los percibimos,
ni a nadie avisar de su presencia. Se consumirían.
La vida necesita estos silenciosos centinelas,
estas presencias olvidadas, estos hombres y estas siluetas
secretos en sus sillas. La vida encierra este
y aun más misterios. Con ellos se puebla.
23 marzo 2009