Dos poemas de Los soles por las noches esparcidos en Letra e Fel (Brasil, marzo 2013).

Foto: Anna Xalabarder


En su blog "Letra e Fel", Renata Bomfim ha publicado dos poemas de Santiago Montobbio correspondientes a su libro Los soles por las noches esparcidos, de próxima aparición.

Letra e Fel: Dos poemas de Santiago Montobbio

EN EL ARTE CAVO, ESCARBO. ME HUNDO Y SALVO.
En el arte consigo trazar tu rostro
sin que lo manche el olvido.
Legiones de adioses se encuentran y dispersan
en andenes siempre vacíos. Allí
y en el arte estoy, mientras me busco,
mientras soy dios o soy diablo
y de mi nombre ausculto los latidos.
La noche a veces me cerca en ellos.
A veces estás tú y despunta el día.
Pero siempre cavo, escarbo. Me hundo y salvo,
como he dicho al principio. Porque
tengo que hacerlo. Es una salvación
y un deber, una cruz, un modo de estar vivo
que no permite declinarse. El arte
se cumple hasta en su olvido.
A las palabras también el silencio las sostiene, y es
agua estancada que en el corazón algún día se libere.


ME EXTIENDO SOBRE UN DESIERTO DE OLVIDO
y soy la noche. No tengo fronteras
ni tierra alguna que me sostenga.
Soy también un mar que no termina.
Soy el alba, la luna, la daga. Soy
el silencio roto sobre el alma.
Ha llegado el tiempo de recoger su siembra
y que la espera florezca de algún modo, alumbre
un amor o una mañana, nos dé la mano con un calor
cercano y vivo, muy sentido, y en él sintamos que los días
vienen como lluvia
bendita y bendecida
desde el fondo de Dios
o de nosotros mismos. Es tiempo
de estar solos y ser libres
y de inundar quizá de un agua pura los adentros.
A veces sólo el arte logra dar con el camino.



Santiago Montobbio

Santiago Montobbio
Foto: Anna Xalabarder

Volvió a escribir

después de 20 años de silencio. Entonces Ernesto Sábato, Miguel Delibes, Juan Carlos Onetti y Camilo José Cela describieron su poesía como honda, misteriosa, envidiable.
Es Santiago Montobbio (Barcelona, 1966) de esa estirpe de poetas que cosechan el misterio en la cotidianeidad, que se transportan con ligereza a ese otro lado donde está la sombra alumbrada y vuelve sembrado de palabras tan sencillas como poderosas, tan sobrenaturales como humanas.
(María García Esperón)