Soy canto, soy espera, soy agua: la poesía de Santiago Montobbio

Santiago Montobbio. Foto: Anna Xalabarder

Soy quien se conoce y asienta sobre el alba.
Soy una esperanza, una mañana. Soy la noche
que en ellos canta. Soy un camino
que lleva a la nada. Adioses siempre
como barcos de sus puertos zarpan.
Soy este olvido que cultivo y en el que me hundo,
diminuto. Soy canto, soy espera, soy agua.
Dime si algo de esto para vivir te basta.
10 marzo 2009
Santiago Montobbio. La poesía es un fondo de agua marina

En el último libro de Santiago Montobbio, La poesía es un fondo de agua marina,(diciembre 2011),  el océano de la belleza ha roto los diques de la realidad. Más de 400 poemas escritos en 2009 en el curso de unas semanas en las que la percepción poética de un ser humano alcanzó unos niveles de escalofrío. ¿Por qué? Porque el arte es misterioso, como revela Santiago en el prólogo de este volumen excepcional publicado en Barcelona, en la mítica El Bardo, colección de poesía.

Los versos se suceden impecables. Los versos nos arrollan, vivenciales. Nada hay de libresco ni artificial en este monumento de palabras, es existencia, percepción, ensoñación, mirada humana, es un asombro constante ante cada arista del ser, es una pregunta hambrienta. Y siempre es canto, una melodía acerada e incisiva, que surca las venas del mundo para arrancarle sus secretos. Más de 400 poemas y nunca languidece, poemas como relámpagos que hieren el suelo a los pies del lector y lo dejan aturdido de verdades, estremecido y deslumbrado por esos mensajes de letras, estentóreos en su silencio, reverberantes en la mente.

Todo me asalta y me interpela, dice Santiago en uno de esos poemas que nos asaltan e interpelan como una fiebre de la que no queremos sanar, porque este creador en este libro le sube la temperatura poética a la realidad y nos suspende en ese limbo trepidante del que Borges dijo era "la inminencia de la revelación". En este libro de cubierta azul, en estos 423 poemas la revelación es inminente todo el tiempo  y quizá el más sagaz o despierto de los lectores sea capaz de aprehender esa revelación, esa fiera magnífica de la verdad, ese monstruo atrapado en los versos de este libro que nos derrumban todas las fortalezas y nos arrancan las corazas para dejarnos de tan puros, desollados, criaturas entregadas por completo a la belleza.

La poesía de Santiago Montobbio es una llamarada que está incendiando el mundo desde ese fondo de agua marina. Su ola avanza a través de todos los medios, impresos, electrónicos, académicos, amistosos, críticos... No le pertenece a ninguna generación en particular y transita  de un idioma a otro sin perder la más mínima esquirla de esencia. Se sumerge en un fondo de agua marina y se revela pez del aire altísimo, como dijo José Gorostiza que eran los hombres. Nos sumerge y nos revela, nos ahoga a golpes de oxígeno poético, nos esculpe en el friso del drama ontológico y nos hace conscientes de que en el tiempo somos tiempo.

No es posible perdernos de este libro, porque nos infunde ser. Ser constante y magnífico. Ser de hombres. Tal vez Santiago Montobbio haya hecho en La poesía es un fondo de agua marina una representación del mundo. Pero como el arte es misterioso, tal vez y en un segundo de privilegiada percepción, nos demos cuenta que este libro es el mundo -canto, espera, agua- y que se encuentra en nuestras manos.

María García Esperón

Santiago Montobbio

Santiago Montobbio
Foto: Anna Xalabarder

Volvió a escribir

después de 20 años de silencio. Entonces Ernesto Sábato, Miguel Delibes, Juan Carlos Onetti y Camilo José Cela describieron su poesía como honda, misteriosa, envidiable.
Es Santiago Montobbio (Barcelona, 1966) de esa estirpe de poetas que cosechan el misterio en la cotidianeidad, que se transportan con ligereza a ese otro lado donde está la sombra alumbrada y vuelve sembrado de palabras tan sencillas como poderosas, tan sobrenaturales como humanas.
(María García Esperón)