Reseña de la presentación de Los soles por las noches esparcidos en el Ateneu Barcelonès publicada en el N 54 del Notiziario dell' Università degli Studi di Milano. Luglio 2013

Foto: Anna Xalabarder
Lo scorso 19 giugno presso l’Asociación Colegial de los Escritores de Cataluña dell’Ateneu Barcelonès si è svolta la presentazione di Los soles por las noches esparcidos , l’ultimo libro del poeta Santiago Montobbio, incluso nella collezione di El Bardo dell’editrice Los Libros de la Frontera. Hanno accompagnato il poeta il gior-nalista de La Vanguardia, Rafael Lozano, le ispaniste Laurie-Anne Cathala e Chiara Bolognese, il traduttore olandese Klaas Wijnsma.

La presentazione si è svolta in un clima di amicizia, affetto edesiderio condiviso di festeggiare il nuovo “nato” della produzione montobbiana, un testo che segueed arricchisce la precedente produzione.

Lozano, amico da sempre del poeta, ha moderato l’atto. La prima ad avere la parola è stata Laurie-Anne Cathala, che ha letto un profondo studio accademico incui ha riflettuto sull’importante funzione dell’immagine della morte, come passo verso una nuova fase della crezione letteraria, e ha sottolineato la forza con cui è tornata l’ispirazione a Montobbio,paragonandola a un diluvio che si produce dopo tanti anni di siccità.

 Al suo intervento è seguitoquello di Chiara Bolognese, che ha commentato la difficoltà che incontrava al voler separare il poeta Montobbio, dall’amico Montobbio in quanto ogni sua parola è intrisa di poesia e l’uomo e il poeta non si distinguono. Ha poi sottolineato i temi principali del libro e si è particolarmente concentrata sulla scrittura, vista dal poeta come l’unico modo di salvarsi dal mondo oscuro che lo circonda.Wijnsma ha spiegato al pubblico come e quando è rimasto folgorato dalla poesia di Montobbio e ha illustrato le ragioni del suo forte desiderio di tradurla. Ha anche letto un testo in olandese e, nono-stante la difficoltà della lingua, tutti hanno potuto percepire la musicalità del poema. Infine, Lozanoha intessuto un interessante dialogo-intervista con il poeta, centrato, soprattutto, sul tema della crea-tività poetica e dell’intimismo di alcuni testi. L’atto si è concluso con la lettura di alcuni poemi delnuovo libro, scelti dai tre esperti e dallo stesso poeta.

Puede accederse directamente a esta reseña en el sitio web del Centro Benedetti de la Universidad de Alicante, aquí.

La Asociación Colegial de Escritores de Cataluña publica dos entrevistas a Santiago Montobbio.

Foto: Anna Xalabarder
En su sección de Entrevistas, la ACEC (Asociación Colegial de Escritores de Cataluña) ha publicado dos recientes entrevistas realizadas a Santiago Montobbio: la llevada a cabo en Radio UAB (Universitat Autònoma de Barcelona) por Tamara Atienzar y Anna Ascencio y la muy reveladora entrevista capotiana que publicara Toni Montesinos en su blog.


“Podemos encontrar la poesía al doblar la esquina”
17/07/2013

El 17 de abril de 2013, Santiago Montobbio, socio de la ACEC, fue entrevistado por Tamara Atienzar y Anna Asencio en la radio de la Universitat Autònoma de Barcelona. Tamara Atienzar ya había entrevistado al poeta para Ràdio Sant Cugat con motivo de la presentación de La poesía es un fondo de agua marina en el Espai Lluís Ribas, y la lectura que se dio allí del texto El mar, la poesía y la pintura.

En esta entrevista en la radio de la UAB, el escritor responde a cuestiones esenciales como lo que representa para él la obra que rompió 20 años de silencio creativo (La poesía es un fondo de agua marina), la sensación que tenía al ver que rompía ese silencio, el porqué empezó a transformar –como sucede en muchos de sus poemas– elementos cotidianos en poesía y, además de en estos elementos de la realidad, en qué se inspira normalmente cuando escribe.

Al escritor se le pregunta también por los recuerdos que le vienen al escuchar versos de uno de sus poemas preferidos, el soneto Enrique Banchs de Borges, y se invita a los oyentes a acudir a la presentación de su nuevo libro, Los soles por las noches esparcidos, que tuvo lugar en el Ateneu Barcelonès el pasado 19 de junio.



“Las palabras son del hombre”
17/07/2013

Toni Montesinos ha realizado una entrevista capotiana a Santiago Montobbio y la ha publicado en su blog Alma en las palabras. Así dicen sus líneas de presentación. En 1972, Truman Capote publicó un original texto que venía a ser la autobiografía que nunca escribió. Lo tituló Autorretrato (en Los perros ladran, Anagrama, 1999), y en él se entrevistaba a sí mismo con astucia y brillantez.

Aquellas preguntas que sirvieron para proclamar sus frustraciones, deseos y costumbres, ahora –extraídas en su mayor parte– forman la siguiente entrevista capotiana, con la que conoceremos la otra cara, la de la vida, de Santiago Montobbio.

Entrevista íntegra

Santiago Montobbio y Los soles por las noches esparcidos, por María García Esperón

Foto: Anna Xalabarder

ESCRIBO SOBRE ESTE ACANTILADO DE TU RECUERDO O SOBRE EL ÚLTIMO MAR DE MI NOSTALGIA. Escribo hacia ti y con la sombra a cuestas, o escribo triste, o escribo libre y sin dirección precisa pero hacia la vida y hacia ti y hacia la única vida que eres tú para mí, una vida secreta y última, la más verdadera, la más honda, la más fresca.
Santiago Montobbio. Los soles por las noches esparcidos.


Santiago Montobbio ha publicado su más reciente libro en la colección El Bardo de Barcelona. Los soles por las noche esparcidos es, como el anterior, La poesía es un fondo de agua marina, un misterio en que los lectores de habla española en el siglo XXI pueden atestiguar cómo el mundo, su mundo, nuestro mundo, está floreciendo en la palabra de un poeta.

Santiago tiene una formación lectora exquisita, pero sus poemas no surgen de los libros, ni de las escuelas, ni de los grupos... Los poemas de Santiago brotan de su interior, como las religiones reveladas han nacido del interior del hombre. Manan sin cesar en estos dos libros, estrellas gemelas que recogen la respiración poética de su autor en 2009 y que constituyen desde muchos puntos de vista un momento auroral en la poesía.
En la Poesía.
En esa que es la otra cara de la Profecía, que nos vuelve antiguos peregrinos de verdad, que nos esculpe un futuro de sentidos, que nos lleva a leer los versos en la página como un friso sagrado en el que puntos y comas y vocales todas son oráculo.

Oráculo. Lugar de la palabra. Los libros de Santiago poseen esa connotación de necesidad. Necesitamos leerlos. Como el poema de Parménides o los versos del Dante o los poemas de Borges o Muerte sin fin de Gorostiza. Porque son la verdad. Porque nos hipnotizan e inician en realidades trascendentes, porque nos guían por delicados laberintos, porque nos llevan al infierno sin dejar de arder en el amor que mueve al sol y a las estrellas.

Hay quienes dicen que Montobbio es un gran poeta. Hay quienes dicen que Montobbio es el poeta del siglo XXI. A él no le importa ni el "un" ni el "el" porque su definición no es lógica sino infinitamente más rica que la lógica, porque está situado en la boca de la fuente del logos o él mismo es esa fuente y lo supo verso a día en esos días y esos versos de 2009 en el que todo momento fue para él poético y así quedó escrito.

El último poema de Los soles por las noches esparcidos es el número 437. Pero son 438 poemas. El último, el 438, se encuentra en la mitad del libro sin que esto constituya un artificio literario, pero sí un certero golpe de infinito. Es el último poema, escrito el 24 de abril de 2009, pero no escrito (aunque brotado) el 21 de marzo. El arte es misterioso, ha dicho Santiago. La música es la misteriosa forma del tiempo, ha dicho Borges. Y en estos libros gemelos el poeta  le ha dado al tiempo su forma misteriosa en la música clara y sencilla de su habla.

Decían muchos en los años noventa del siglo pasado que este, el XXI, sería espiritual o no sería. En un horizonte desesperanzado donde la superficialidad se marida con el culto al dinero, desde el fondo de su agua marina hasta las estancias nocturnas donde arden soles apasionados y divinos, la poesía de Santiago Montobbio nos destina al Amor y a la Belleza. Nos humaniza y escucha y nos hace hablar, amar y dolernos. Porque la poesía de Santiago Montobbio es humana con mayúsculas y nada de nosotros le es ajeno. (María García Esperón)



Entrevista capotiana a Santiago Montobbio en Alma en las palabras.

Foto: Anna Xalabarder
Fuente: Alma en las palabras. El blog de Toni Montesinos

En 1972, Truman Capote publicó un original texto que venía a ser la autobiografía que nunca escribió. Lo tituló «Autorretrato» (enLos perros ladran, Anagrama, 1999), y en él se entrevistaba a sí mismo con astucia y brillantez. Aquellas preguntas que sirvieron para proclamar sus frustraciones, deseos y costumbres, ahora, extraídas en su mayor parte, forman la siguiente «entrevista capotiana», con la que conoceremos la otra cara, la de la vida, de Santiago Montobbio.

Si tuviera que vivir en un solo lugar, sin poder salir jamás de él, ¿cuál elegiría?
En cualquier sitio, si pudiera escribir, que es una forma de la dicha. Así me sale de pronto decirlo. Pero luego pienso que la vida tiene sus formas y nosotros sus preferencias, una manera de elegir –si nos dejan– y sentirnos bien en ellas. Así viviría en un pueblo junto al mar, como en el poema de Gil de Biedma. En un pueblo o en una ciudad, o en el campo pero ya cerca del mar, del Mediterráneo que a veces he dicho que sigue siendo de color de vino como en los hexámetros de Homero, o al menos así es para mí, tan nuestro lo siento y tan mío, mare nostrum y verdadera cuna, auténtico nacimiento de nuestra cultura y también y aún más, con ella, de una manera de sentir, percibir y realizar la vida. Cualquier sitio del Mediterráneo sería un sitio mío. Allí podría y elegiría vivir, porque así lo sentiría.

¿Prefiere los animales a la gente?
¿Qué hay de animal en el hombre? ¿Y cómo un animal puede estar cerca del hombre, representarlo casi? He visto una mirada profundamente humana en algún perro. Se me ha hecho notar la presencia de animales en mis poemas, cosa de la que yo no era muy consciente pero que pienso que entre otras cosas están con valor de símbolo y representación, mujeres con rostro de tortuga y otras figuras que hay quien podría estudiar –y algo se ha hecho en la manera en que en un libro de conversaciones se me ha preguntado por ellos–. Pienso que están como símbolo, y eso quiere decir en sí mismos y más allá de sí mismos. También como una posible representación del hombre. Pero son maneras de decir al hombre, y en este sentido, lo que me interesa, o de lo que hablo es del hombre –que por otra parte es también un animal, y no hay pues en mi sentir o manera de representarlo una frontera o distancia tan tajante. Pero sí: las palabras son del hombre. Del alma. Y hacia él van, se dirigen. Así creo que son las mías. Y, en este sentido, el animal es el hombre o sirve al hombre y a su representación en mis poemas, en mis palabras. Aunque los sienta cerca –a animal y hombre, y así estén en ellos. Pero, en cuanto a estas palabras que escribo, o que ha de escribir el escritor o el poeta, recuerdo ahora la sentencia de Machado: “El que no habla a un hombre, no habla al hombre; el que no habla al hombre, no habla a nadie”. Hay que dirigirse y apelar no sólo al hombre sino a lo más noble que tiene el hombre y que es su conciencia, ni que sea para herirla o sacudirla, hacerla vibrar en su raíz, convulsionarla.

¿Es usted cruel?
No. Pero el arte es una manera de hurgar en las heridas. Creo que también lo he dicho, pero lo explico y lo repito, porque siento que en ello hay una forma de masoquismo, claro, pero también de indagación en el dolor y búsqueda de la verdad. Pero de y en uno mismo. Así una vez hice notar que quien quedaba mal en mis poemas siempre era yo. Quería decir –y creo que puedo sostenerlo– que si a veces hay crueldad o conmiseración o una ironía hiriente es siempre hacia mí mismo y no hacia los demás. A los demás se les desea –les deseo yo en mis poemas, también es verdad– siempre bien. Y en estos poemas es a mí a quien hiero, a quien palpo, ausculto, registro, tomo el pulso. En quien busco y en quien indago. En quien exploro. Y si en esta aventura del arte hay cierta crueldad –y creo que la hay, pues es, sí, como decía, un hurgar en las heridas– la hay siempre hacia mí mismo. Al menos es así en mi caso.

¿Tiene muchos amigos?
“La amistad es fuerza y pasión de la vida”, dice uno de mis poemas, y también que “Yo soy amigo, amigo me he sentido/ desde niño”. Y así es. Creo que la amistad es un don, y uno de los más altos regalos de la vida, y hay que estar predispuesto a ejercerla y saber cultivarla. Desde este sentir, y con esta concepción, soy una persona que ha tenido y tiene muchos amigos, y he sido y soy feliz de tenerlos. Pero –como también aparece en mis poemas– la amistad tiene sus sombras, sus falsedades y hasta sus traiciones, que pueden causar un gran dolor, precisamente por la fe que tenemos en ella y el gozo con que la vivimos.
¿Qué cualidades busca en sus amigos?
No busco una cualidad especial en mis amigos, porque las personas son distintas, y así por lo que a mí respecta les dejaría y pediría que fueran ellos mismos. Pero también, al serlo, que fueran personas honestas y tuvieran lealtad, fueran leales en tanto que personas y amigos, con ellos mismos y conmigo. Esta es una cualidad o exigencia que con el tiempo empieza a hacerse cada vez más insoslayable.
¿Suelen decepcionarle sus amigos?
La vida parece a veces ya que no es nada más que una cadena de decepciones, y no escapa a ello la amistad. Que un amigo te decepcione duele especialmente, por la fe que tienes en la amistad y el valor que le das. Pero pasa, te parece que a veces pasa continuamente, y que por tanto la amistad no escapa a este deterioro y degradación constante que se da en la vida. Y duele más. Lo decía y daba sus razones. También por ello contestaba en la pregunta anterior que una cualidad que se hace cada vez más insoslayable en lo que consideras como un amigo y requieres para tenerlo como tal es la lealtad.

¿Es usted una persona sincera?
Sí, soy sincero, en el sentido de que tengo unas convicciones hondas, y actúo conforme a ellas y a mis sentimientos. No abjuro de ellas y adecúo mi comportamiento a este sentir y estos pensamientos. En mi vivir soy fiel a lo que siento y creo. Pero esto no quiere decir que sea una persona a la que le guste decir inconveniencias, o no sepa callarse algo que, aunque lo piense, crea que a la otra persona puede desagradar o resultar molesto. Porque en la vida hay que callar. Hay que callar sin traicionarse. Es necesario el silencio, que no implica siempre –como dice el dicho– un asentimiento. Hay silencios profundamente desaprobatorios. Hay silencios, también, que sólo callan y no te significan o explicitan tu pensar, que quizá molestaría o heriría, y por eso lo callas. Creo que se puede ser una persona sincera y a la vez no tener ningún deseo de herir a nadie con tus opiniones o pensamientos. Un artista ha de ser sincero, consigo mismo y con su arte, y es normal –me parece– que tenga la sinceridad como un valor esencial y norma de conducta. Pero también hay que convivir. Mi padre recordaba a veces una de las frases célebres de Pi i Sunyer, porque le gustaba y yo la recuerdo porque también me gusta y la encuentro llena de sentido: “Dicen que el que calla otorga, pero yo pienso que el que calla no dice nada”. 

¿Cómo prefiere ocupar su tiempo libre?
En escribir, leer, pasear, charlar con los amigos, escuchar música. Disfrutar del campo, del mar. De los recovecos de mi ciudad. Y también en no hacer nada.

¿Qué le da más miedo?
Me da miedo la oscuridad que hay en el hombre.
¿Qué le escandaliza, si es que hay algo que le escandalice?
La estupidez me escandaliza, pero me asombra. A veces parece infinita, adjetivo que la Biblia aplica al número de estultos. Como la maldad. La maldad asombra y hiela por extemporánea y, casi, por irreal, por la sensación de irrealidad que da, quiero decir, ya que sé muy bien que puede no haber nada más real. A uno le escandaliza o asombra lo que siente muy lejano a él y casi no concibe porque él jamás haría, y ni pensaría en ello. Y así está la maldad y la estupidez y la mezquindad y la ruindad, la envidia o el egoísmo, la soberbia, la fatuidad. No sé si me escandalizan –aunque me asombran, en el sentido de que aunque las sepas tan ciertas te parece que no aprendes nunca, y ante alguna de sus manifestaciones te vuelves a asombrar–, porque sé que son verdad y están en la vida y hay que soportarlas, vivir con ellas. También asombra la vida en su regalo. Asombra la generosidad y la verdad, el corazón abierto, el reconocimiento del valor ajeno, la ayuda, la acogida. Pero estas fuerzas positivas y enaltecedoras de la vida asombran pero no escandalizan. Por suerte, en la vida hay también asombros que no provienen de motivos oscuros.

Si no hubiera decidido ser escritor, llevar una vida creativa, ¿qué habría hecho?
N.B. Recibí por la tarde la invitación de Toni Montesinos a contestar la entrevista capotiana y le di una ojeada a su cuestionario. A media noche me desvelé y, para conjugar el insomnio, retomé la novela que tenía entre ojos y manos. Pero me acordé de pronto de alguna de estas preguntas y me puse a contestarlas de madrugada. Lo hice sin ir a buscar el cuestionario ni tenerlo delante. Por esto contesté, por ejemplo, dos preguntas de manera conjunta. Ya por la mañana, y con el cuestionario en la mano, me puse a contestar las restantes. Soy aplicado, y quise contestarlas todas; lo soy, sí –aplicado–, pero no tanto, y así tenía en mis manos y ante mi vista el cuestionario, pero no miré las respuestas que escribí de madrugada. Y por esto ha pasado con lo que me encuentro. Porque ahora veo que una pregunta –ésta– la he contestado dos veces. Son dos respuestas distintas en dos momentos distintos –la madrugada y la mañana–, y las dos fueron sinceras y sentidas cuando las escribí. Por esto quiero dejarlas como están y no hacer ningún refrito ni componenda con ellas. Fieles al impulso del corazón en dos momentos distintos, transcribo tal y como las escribí en ellos las dos respuestas a esta pregunta, la de madrugada y la de la mañana.
Respuesta de madrugada:
Me dedicaría a respirar, o a pasear, o a no hacer nada. A sentir así la vida. De hecho es así como yo escribo. Escribo como quien anda o quien respira. Creo que hasta lo he dicho en un poema. Como quien anda o quien respira, sí, y también como quien no hace nada. Es un gozo escribir, y por esto no lo concibo como un trabajo sino que es algo que vivo de un modo muy distinto, y podría decir por ello que lo siento más cerca del placer de sentirte vivir y casi no hacer nada –de no hacer nada más que vivir, sentir que por esto y así escribes.
Respuesta de la mañana:
No he decidido ser escritor: se me ha impuesto. De haberlo podido decidir, quizá habría decidido hacer otra cosa. Pero en arte hay que hablar, más que de decisiones, de imposiciones. Quiero recordar a este respecto unas palabras de Manuel Altolaguirre: “El verdadero poeta nunca es voluntario sino fatal”. No obstante, puede decidirse, o, mejor, sentirse que se ha de escribir (mi sentimiento es éste, más que el de ser escritor o menos aún el de querer serlo), y que la vida te lo impida y ponga dificultades para así hacerlo. Sentir violentado tu destino –que es un destino que se ha de cumplir en hacer arte– causa un gran sufrimiento, y vuelve oscura la vida. Pero, como no se decide ser escritor, sino que se siente que has de serlo, y la vida puede a ello ponerle trabas y dificultades, puede darse una situación amarga y que sea difícil de llevar. Hace entonces uno lo que puede. Esto es lo que hace y debe hacer el artista muchas veces, en ocasiones gran parte de su vida –o toda–, y entonces lo que ha de hacer, lo que habrá hecho –como se me pregunta– es procurar conjugar la necesidad irrenunciable de hacer arte con la de otras imposiciones que precisa para vivir, hacer el arte que pueda en estas condiciones difíciles y cumplirse del modo que mejor logre su destino de artista. Y en esta tesitura –que es, por otra parte, tan común– el artista puede preguntarse o se pregunta muchas veces qué ha de hacer, o, mejor, qué puede hacer.

¿Practica algún tipo de ejercicio físico?
Andar.

¿Sabe cocinar?
No, pero sé escribir, o quizá, simplemente, escribo. Lo que quiero decir lo dice Adolfo Bioy Casares en unas palabras que me agradan especialmente: “Nadie tiene recetas para escribir bien; podrá tenerlas para evitar determinados errores. (…) A lo mejor ustedes dirán que estos son consejos menores, consejos de cocinero. Lo que pasa es que escribir se parece a cocinar. Yo siempre quise saber algo de cocina, porque suelo imaginarme en un lugar solitario y tener que valerme por mí mismo, y me alarma pensar que no sé nada, porque saber escribir (si realmente sé) equivale acaso a la ignorancia universal en cuestiones prácticas. Entonces pido recetas, pregunto: ¿”Cómo se hace tal plato?” Me contestan: “Es muy fácil. Pones tal cosa y tal otra, en cantidad suficiente”. ¡Cantidad suficiente! ¿Qué es cantidad suficiente? A lo mejor escribir bien consiste en saber, en todo momento de la composición, cuál es la cantidad suficiente”.

Si el Reader’sDigest le encargara escribir uno de esos artículos sobre «un personaje inolvidable», ¿a quién elegiría?
A alguien anónimo.

¿Cuál es, en cualquier idioma, la palabra más llena de esperanza?
Amor.

¿Y la más peligrosa?
Dolor. Aunque no tienen por qué estar tan lejos ni disociarse. Si la memoria no me falla, leí muy joven en una novela de Baroja que era lectura escolar algo así como que los poetas riman amor con dolor. No sé –porque no lo recuerdo– si lo decía como una señal de su simpleza, o de su elementalidad, o con ironía, pero la verdad es que amor y dolor comulgan y se conjugan, se complementan y consumen y pueden a veces no darse el uno sin el otro. Y empeñamos en esto la vida. Ya lo dijo Catulo en un verso que es una sentencia y pensamiento y resulta como una condensación de vida y también muy moderno, como hoy escrito: “Odio y amo. ¿Por qué es así, me preguntas?/ No lo sé, pero siento que es así y me atormento”. Así aparecen amor y dolor con frecuencia en mis poemas, como fuerzas que se unen o se necesitan, o simplemente se dan, se pueden dar juntas. Yo hablaba de amor y dolor, y Catulo de amor y odio. Sé que no es lo mismo, pero lo he recordado por la fusión de contrarios que también supone y la consunción que en ella ve y siente. Yo pensaba en el consumirse en esa conjunción de las dos fuerzas o elementos, y él en que el que así sea le atormenta. Pero sí: yo hablo de dolor. Digo dolor, y podría decir muerte, y decir algo de similar sentido. Porque la muerte está en la vida. También el dolor, que es vida. Aunque la desgarre, también le da profundidad y peso, y fuerza, y es fuente de sentir y de creación. No me podrán quitar el dolorido sentir, ¿no? Y desde ese sentir se crea. Desde ese dolor. Y ese amor.

¿Alguna vez ha querido matar a alguien?
No.

¿Cuáles son sus tendencias políticas?
Evangélicas, es decir, antiguas: amar al prójimo como a ti mismo. De ese amor y respeto sí saldría una política con la que comulgaría.

Si pudiera ser otra cosa, ¿qué le gustaría ser?
No sé si podría ser otra cosa. Bueno, no podría, y ya está. Y por esto no pienso en ello. Recuerdo la belleza con que Borges se expresa en su célebre texto “Borges y yo”: “Spinoza entendió que todas las cosas quieren perdurar en su ser; la piedra eternamente quiere ser piedra y el tigre un tigre. Yo he de quedar en Borges, no en mí (si es que algo soy)”. Lo he recordado, digo, por la belleza, porque en ese momento Borges no se refiere a lo que se me pregunta sino a la cuestión del tiempo y la identidad y también la de la permanencia y la perdurabilidad. A mí se me pregunta por un deseo, el deseo de ser otro, y qué me gustaría ser en ese caso. Por mi parte, y en este sentido, puedo decir que me resigno a ser Santiago Montobbio. Quizá no tengo imaginación a este respecto, pero es el único sentimiento que tengo y no pienso en otra cosa. No pienso ni he pensado nunca en ser algo o alguien distinto a quien soy. Claro que, ahora que lo pienso, estoy refiriéndome a que me resulta muy ajeno el deseo o sentimiento de querer ser otra persona, que nunca he tenido. Pero la pregunta dice otra cosa, y quizá esto, como mero deseo imposible o como quien echa una campana al vuelo, me permitiría dejar más libre la imaginación y así podría decir que me gustaría ser agua, viento, fruta, sombra en el verano, río, siesta, árbol, nube, mar y que el agua que dije fuera agua de mar, y las olas en la arena y el cielo sobre el mar y montaña y pradera y sembrado, valle, hoja de otoño, bosque, fronda, campo. Lo que el corazón sueñe y la pregunta permite. Lo que con palabras también escribes. Porque escribes para ser, y eres tú mismo cuando escribes –y de un modo como no lo eres en ningún otro momento–, pero en el escribir están también los sueños y los deseos y los temores y las esperanzas y entre ellos algunos podrían tener la forma de las cosas que he dicho.

¿Cuáles son sus vicios principales? ¿Y sus virtudes?
Tengo pasiones. No creo que las pasiones sean vicios. Hay quien ha definido el escribir como una manía o un vicio –y un oficio. Yo creo que es una pasión, la pasión de escribir. Y la pasión de vivir. Pero vivir es también una urdimbre de costumbres y de ritos, más que de vicios, que van anudándose en los días y dándoles su ritmo, su medida. Y en la pasión de escribir y de vivir. Creo que a una persona honesta le ha de ser difícil encontrarse sus virtudes y decirlas. No quiere esto decir que no tenga conciencia de su valor, o como comento –digamos– de sus características. Pero pienso en algo que está en consonancia con lo que decía de que quien siempre queda mal en mis poemas soy yo, y es que la propia estima no es algo, al menos en mi caso, que pase por delante, o a lo que dé preferencia. Disfruto enormemente con los logros de los otros, así sé vivirlos. Ahora que lo pienso, esto quizá es una virtud. Pero tengo que pensarlo. Porque las propias virtudes, para el hombre honesto, están escondidas, o así me lo parece o siento, y tendría que preguntarse por ellas. Las virtudes hay que buscarlas, uno siente que tendría que parar a pensárselas y buscarlas. En y junto a este sentimiento pienso ahora, como digo, que hay una virtud. Dice una virtud. Y supongo que podría decir más, si siguiera en esa busca y esa pregunta. Sí. Creo que si me molestara y tuviera ganas, podría preguntarme por mis virtudes y que quizá hasta encontraría alguna. También que acaso para otros estas virtudes serían defectos. Porque creo que, en todo caso, más que de vicios, podría hablar de defectos, y también, como ahora apunto, no hay que olvidar que auténticas virtudes –la lealtad, la honestidad, la generosidad, la misma bondad– en el carácter o comportamiento para muchos en el fondo son –lo digan o no– necedades o tonterías, torpezas que dificultan la vida. También así entiendo estos defectos de que hablo, defectos morales, digamos, que hasta pueden ser virtudes, e incluiría también los defectos de estilo –que son características. Y, en cuanto a ello, recuerdo ahora un poema de mis 20 años e incluido en mi primer libro,Hospital de Inocentes. Se titula “El día menos pensado” y dice así: “Sabes que no soy amigo de juramentos ni promesas/ pero sí me has oído decir con insistencia/ que el día menos pensado voy a procurar/ olvidarme la inocencia y la ternura/ sobre el mostrador de cualquier casa de empeño./ Pero jamás conseguí inquietarte, o así lo sospecho./ Porque sabes que soy terco y mucho más/ en lo que concierne a mis defectos./ Entre esos dos aún sigo viviendo”.

Imagine que se está ahogando. ¿Qué imágenes, dentro del esquema clásico, le pasarían por la cabeza?
Mi vida son imágenes. Estoy lleno de imágenes. Y las digo. Cada vez que escribo un poema o una prosa me ahogo. Escribo, quiero decir, de un modo último, como si fuera mi último respiro. Las imágenes de esos ahogos están en mis poemas. Es lo que puedo responder, y de lo que cabe deducir que me he ahogado muchas veces y el ahogo resulta para mí una experiencia común. Porque, si pienso en tu pregunta, debo decir que mis poemas son los poemas de un ahogado. Los he escrito así.

Los soles por las noches esparcidos en La nave de los locos.

Santiago Montobbio en la Casa de l'Ardiaca en el barrio gótico barcelonés
Para anunciar la publicación del nuevo libro de Santiago Montobbio, Fernando Valls ha publicado un poema de Los soles por las noches esparcidos en su blog La nave de los locos:

Crónica de la presentación de Los soles por las noches esparcidos en el Ateneu Barcelonès en Revue d’art et littérature, musique (Francia)

Foto: ACEC

Se ha publicado en su integridad la crónica que de la presentación en la Asociación Colegial de Escritores de Cataluña de Los soles por las noches esparcidos ha escrito la profesora de la UNED María Luisa Ordóñez en Revue d’art et littérature, musique.

Los soles por las noches esparcidos del poeta Santiago Montobbio - María Luisa Ordóñez

Klaas Wijnsma: Relato de mi iniciación a la poesía de Santiago Montobbio (Revue d’art et littérature, musique, Francia)

Klaas Wijnsma en la Casa de l'Ardiaca en el barrio gótico barcelonés

Con este título se ha publicado una adaptación de las palabras pronunciadas por Klaas Wijnsma en la presentación del libro de Santiago Montobbio Los soles por las noches esparcidos en el Aula dels Escriptors de la Asociación Colegial de Escritores de Cataluña, en el Ateneu Barcelonès, en Revue d’art et littérature, musique (Francia). Se ha publicado también en esta revista el poema que se leyó en este acto, el poeta en idioma original y Klaas Wijnsma en su traducción al holandés.

Santiago Montobbio y Klaas Wijnsma

Transcribimos en El poema es todo tanto la adaptación de las palabras de Klaas como el poema con su traducción al holandés y con ello la huella de un encuentro creativo en la universalidad de la poesía de Santiago Montobbiio.

Relato de mi iniciación a la poesía de Santiago Montobbio - Klaas Wijnsma

Cada viernes llego a casa muy tarde, a la una de la noche, después de unos talleres de traducción literaria tan inspiradores que muy pocas veces consigo conciliar el sueño inmediatamente, y el 15 de febrero 2013 no era una excepción. Decidí leer poesía española en la red. En el sitio web que consulté (http://www.poesi.as/siglxx.htm) un tal Santiago Montobbio era el último poeta mencionado bajo el siglo XX. Comencé a leer, y no podía dejarlo hasta las cinco de la madrugada. La hondura y el ritmo, la sinceridad y la belleza de los poemas me habían hechizado. Y no eran solamente unos poemas que tenían este efecto en mí, sino la mayoría. Era emocionante.El día siguiente comencé a traducir el primer poema, ’Sólo un nombre podría llevar la dedicatoria’. Seis semanas después, habiendo traducido unos quince poemas y sintiéndome capaz de traducirlos, contacté con el poeta. Consciente de que él no entendería ni una pizca del holandés, no obstante leí, por Skype, mis traducciones, para que Santiago pudiera comprobar que yo había conseguido mantener el ritmo del original. Fue un experimento muy interesante, que repetimos el poeta y yo ante los asistentes a la presentación del nuevo poemario suyo con el poema ’Los trabajos que me ha dado el despedirme’ (’De moeite die het me kostte om afscheid te nemen’).

Siendo socio del Círculo de poetas en Deventer, la ciudad donde vivo, en mayo leí por primera vez una traducción, la del ’Manifiesto inicial del humanista’, y ha sido un éxito. Espero publicar una selección de la obra de Santiago Montobbio en una revista literaria en los Países Bajos.
La traducción, sobre todo de la poesía, es duro trabajo, pero estoy convencido que los Países Bajos y Flandes merecen la obra de Santiago Montobbio.

Klaas Wijnsma, Deventer, Países Bajos

(Adaptación de las palabras leídas en la presentación del libro de Santiago Montobbio Los soles por las noches esparcidos en el Aula dels Escriptors de la Asociación Colegial de Escritores de Cataluña, en el Ateneu Barcelonès, el 19 de junio de 2013)

LOS TRABAJOS QUE ME HA DADO EL DESPEDIRME

En los ojos y otros muertos lento pesa
el mundo o el cansancio. Y quisiera ya
olvidarlo simple, cegarme fiero y un todo adiós
decir lleno de noches o de ahogadas piedras o mendigos
que no guardasen rabia
hacia los infames engaños
con que en las mañanas del sonido ingenuos
habitable creímos esta vida. Pero del último adiós
hace ahora tiempos tan antiguos
como el de los enterrados amores de las playas
y sé que no puede haber ya piedra o noche
que mis mendigos no hayan con ahínco
infinitamente carcomido. Porque lo que me ha dado más trabajo
siempre ha sido el despedirme. Pero aún así,
desvelado por los derrotados cafés
en que acaba convirtiéndose el ir y venir
de la soledad al miedo, sin saber bien qué
en la nada persiguiendo aún sigo.

DE MOEITE DIE HET ME KOSTTE OM AFSCHEID TE NEMEN

Op de ogen en andere doden drukt gestaag
de wereld en de vermoeienis. En ik zou dat graag
eenvoudigweg vergeten, woest mijn ogen sluiten en een volkomen
vaarwel uitspreken vol nachten of verstikte stenen of bedelaars
die geen woede koesteren
omtrent het infaam bedrog
waardoor wij naïevelingen ’s ochtends door het geluid
geloven dat dit leven leefbaar is. Maar sinds het laatste afscheid
is er nu evenveel tijd verstreken
als sinds de weggeborgen vakantieliefdes
en ik weet dat er geen steen of nacht meer over kan zijn
die niet eindeloos en onverdroten door mijn bedelaars
is aangevreten. Want wat me altijd de meeste
moeite heeft gekost was het afscheidnemen. Niettemin,
klaarwakker door de aftandse cafés waar het zwalken
tussen eenzaamheid en angst uiteindelijk op uitdraait,
blijf ik voortgaan, zonder goed te weten
wat ik nog najaag in het niets.

Laurie-Anne Cathala: Lector in poese (Revue d’art et littérature, musique, Francia)

Santiago Montobbio - Los soles por las noches esparcidos - Laurie-Anne Cathala


Laurie-Anne Cathala

Se ha publicado la intervención de la hispanista de la Universidad de Toulouse Laurie-Anne Cathala en la presentación del libro de Santiago Montobbio Los soles por las noches esparcidos en el Aula dels Escriptors de la Asociación Colegial de Escritores de Cataluña, en el Ateneu Barcelonès, en Revue d’art et littérature, musique, revista de la editorial francesa Le Chasseur ábstrait éditeur. 


Chiara Bolognese, Santiago Montobbio y Laurie-Anne Cathala en el jardín romántico del Ateneo
Laurie-Anne Cathala, estudiosa e investigadora de la poesía de Santiago Montobbio, había publicado ya dos artículos sobre dos intervenciones del poeta, “La palabra del mar” en Amics de la UNESCO de Barcelona el 18 de octubre de 2012, y “El mar, la poesía y la pintura” en el Espai Lluís Ribas el 13 de diciembre de 2012. Estos artículos se publicaron en su integridad en Revue d’art et littérature, musique y también se tomaron como fuente para la noticia que sobre estos actos se publicó en la web de la Asociación Colegial de Escritores de Cataluña.

Santiago Montobbio

Santiago Montobbio
Foto: Anna Xalabarder

Volvió a escribir

después de 20 años de silencio. Entonces Ernesto Sábato, Miguel Delibes, Juan Carlos Onetti y Camilo José Cela describieron su poesía como honda, misteriosa, envidiable.
Es Santiago Montobbio (Barcelona, 1966) de esa estirpe de poetas que cosechan el misterio en la cotidianeidad, que se transportan con ligereza a ese otro lado donde está la sombra alumbrada y vuelve sembrado de palabras tan sencillas como poderosas, tan sobrenaturales como humanas.
(María García Esperón)