Palabras en la presentación de un libro de Santiago Montobbio (Amaranta Sbardella)

Amaranta Sbardella, Glòria López Forcén, Mercè Boixareu, Santiago Montobbio, Francesc Sánchez.


Foto: Anna Xalabarder


¡Buenas tardes!

Antes que nada, quería agradecer a la UNED y a Santiago por haberme permitido participar en este día tan encantador.

Hoy me encuentro entre vosotros en calidad de traductora al italiano de unos poemas de Santiago y también en calidad de extranjera, y me gustaría hablaros un poco de la última producción poética de nuestro autor y daros testimonio (unas cuantas pruebas) de cómo éstos poemas se hayan dado a conocer antes en el extranjero, afortudanatamente para nosotros, los extranjeros.

Hablamos de un largo conjunto de maravillosos poemas escritos en el mes de marzo y en los primeros días de abril de 2009. 

Los poemas han salido en México, Francia (en Francia ya se había publicado Le théologien dissident en 2008 en  Éditions Atelier La Feugraie), Brasil e Italia (antes que en España). En México (revista online El poema seminal)  y en Italia se dieron a conocer gracias a dos revistas, mientras que en Brasil y en Francia se publicaron dos libros, respectivamente Donde tirita el nombre/Onde treme o nome (traducido por Fernando Fiorese, 2010, Claudio Giordano Editor, Sao Paolo) y La poésie est un fond d’eau marine (se acaba de editar, traducido por Jean Dif por la casa editorial du Cygne de Paris)

Tras un largo silencio, la poesía vuelve a resonar en estas páginas de espiríritu transcendido, de conceptos etéreos y matizados. Montobbio se consigna sin armas y sin defensas a la inspiración poética, y se adentra en el misterio de la creación con el entusiasmo sufrido de quien busca la solución a un enigma que muy probablemente solución no tiene. La tensión vibra en las cuerdas del alma y lo impalpable que se percibe y respira en todos los poemas se fija en unos frágiles instantes que cristalizan la evanescencia. Y le dan nuevo y continuo empuje a la pluma, al boli, para que nueva creación se dé. Me encantaría citar aquí un fragmento de un poema de Absurdos principios verdaderos: “las hojas de un cuaderno pueden llegar/ a ser los huesos a los que las palabras/ hagan cosquillas con los mentirosos/ espejos del día”.

Será entonces éste el momento en que la pluma fluya sobre el papel, para consentir al poeta una eterna, pero débil salvación. Como muy a menudo ha afirmado él mismo, la poesía tiene muchos rasgos en común con la soteriología, la ciencia de la salvación.

El poeta, consciente de su soledad (“la soledad es una frontera adonde tirita el nombre” en El anarquista de las bengalas), acepta el peso de un destino amargo  y espectral para encontrar refugio entre las suaves sinuosidades de los versos, entre palabras que se repiten de poema en poema; palabras que delimitan un campo semántico cada vez más orientado hacia la reflexión metafísica.

El arte, la poesía, parecen aplacar la inquietud por la ausencia de un Dios invocado, reclamado, susurrado, que se transparenta gracias a una velada simbología cristiana. El hombre reivindica su sitio de desvelador, el espíritu transciende la carne y vive en la poesía, en el viento, en el aire que sopla.

La mirada de Santiago es una mirada adulta, interrogante, que deslumbra e ilumina unos cuantos objetos, ya no más terrenos.

La suspensión en el lenguaje trasmite la verticalidad y la ascesis de tantos admirables esfuerzos humanos y poéticos, vueltos hacia el claror del alba. 

El lenguaje, más coloquial en las producciones anteriores, ahora se anuda en torno al viento, a la música, al pozo, al alba, a la luna, al reloj, y los demás, las constelaciones humanas que antes poblaban las antologías,  convergen hacia el anularse de otros rostros, hacia el ofuscarse del rostro del mismo autor.

El lirismo de la desolación teme el olvido, el desaparecer de la memoria, pero al mismo tiempo la reclama para sí mismo, dejándola enredada en sus mallas. Y para soportar el tiempo, sus ahogados versos.

Y con esta cita de otro admirable poema de Santiago me gustaría acabar esta breve e imperfecta intervención.

Gracias.

Amaranta Sbardella
(Palabras pronunciadas en la presentación del libro Absurdos principios verdaderos de Santiago Montobbio en el Centro de la UNED de Barcelona el 28 de abril de 2011).


Santiago Montobbio

Santiago Montobbio
Foto: Anna Xalabarder

Volvió a escribir

después de 20 años de silencio. Entonces Ernesto Sábato, Miguel Delibes, Juan Carlos Onetti y Camilo José Cela describieron su poesía como honda, misteriosa, envidiable.
Es Santiago Montobbio (Barcelona, 1966) de esa estirpe de poetas que cosechan el misterio en la cotidianeidad, que se transportan con ligereza a ese otro lado donde está la sombra alumbrada y vuelve sembrado de palabras tan sencillas como poderosas, tan sobrenaturales como humanas.
(María García Esperón)