La noche por el silbo acariciada


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LA NOCHE POR EL SILBO ACARICIADA
de ese pájaro que acaso tú esperaras.
Por el trino. Por el río, por el frío,
por el lirio que a tu paso se dobla
y es también caricia hacia esa noche
derramada. La noche en que tú estás,
la noche libre, fiera, la noche sin medidas
y donde todo es ya posible, porque acaso
en ella el amor se cumpla. Germine o estalle
cual semilla o cual mañana
que para mí entre las manos
tú guardaras. Los sueños y la noche
que en ella se acunan, se dan las manos,
esa mano tuya que como mañana para mí guardas
y es caricia y brisa y luz escondida,
paloma blanca sólo para nacer nacida,
para vivir muy pura, limpia,
siempre en esa mano
con forma de mañana. Noche
y sueños
y descensos
y el olvido en que a esos sueños
en el amor tengo, pues no te alcanzo,
ni te tengo, ni tan sólo
te prefiguro con acierto
ni puedo seguir tus pasos
sobre ese olvido que con mi amor labro,
el olvido que a mi amor destinas, el silencio
que le entregas y con que le respondes, la espera
muerta
donde acaba todo sueño
en el que te quiero y que para ti tengo.

Santiago Montobbio
Hasta el final camina el canto

Santiago Montobbio

Santiago Montobbio
Foto: Anna Xalabarder

Volvió a escribir

después de 20 años de silencio. Entonces Ernesto Sábato, Miguel Delibes, Juan Carlos Onetti y Camilo José Cela describieron su poesía como honda, misteriosa, envidiable.
Es Santiago Montobbio (Barcelona, 1966) de esa estirpe de poetas que cosechan el misterio en la cotidianeidad, que se transportan con ligereza a ese otro lado donde está la sombra alumbrada y vuelve sembrado de palabras tan sencillas como poderosas, tan sobrenaturales como humanas.
(María García Esperón)