No hay casi biografía




31 de julio de 2009


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NO HAY CASI BIOGRAFÍA. TODO
sucede por dentro. A los eruditos
futuros me dirijo: les voy
a poner en un aprieto. Porque no hay
detalle sabroso o nimio, anécdota
que pueda recordar un contertulio
de café, ni nada que se le asemeje,
ya que no fui jamás a tertulia
literaria alguna, ni tuve
amigos escritores, o conocidos, ni hice
ni nunca quise hacer
vida literaria, prefigurándola, aun antes
de probarla, como esclavitud y como espanto,
ritual absurdo de soberbia, navajazos,
burlas, desprecios, falsedades y heridas
sin sentido. Así que no podrán
los futuros eruditos complacerse
con fruición en su trabajo de gusano,
porque no habrá hueso que roer
o detalles idióticos, superfluos o nimios
sobre ellos. No habrá huesos ni otros restos
posibles a ser glosados o recordados. Sólo
habrá arte, y tal como lo he cumplido: hacia
adentro. Porque he vivido la literatura hacia adentro.
Adentro brota el arte y surjen las palabras.
Adentro nacen, se conforman. Silencio adentro,
mar adentro, noche adentro, adentro
un niño. Alguna vez
lo he dicho, y
lo repito. Adentro.
Adentro se cumple el arte, se cumple
en la noche como un rito,  es cacería extraña y misteriosa
en la que nos alcanzamos y nos perseguimos, y nos da
rostro, manos, labios, alma
y el pozo en que se abreva, la exacta luna
que en él como cuchillo o cual caricia
(según el ritmo, según el impulso, según el día)
se refleja. El arte es esta libertad, esta aventura,
este deber, este designio. No. No hay casi biografía. Todo
sucede por dentro. No hay vida o huesos
que roer y con los que ejercer la gustosa y meritoria
labor de los gusanos. Sólo hay arte.
El arte se despliega y es
también la vida, una vida
más alta y más intensa, más
profunda, más verdadera. El arte
es la más auténtica cifra de la vida.
Esta vida es sólo arte. En arte
se ha cumplido y consumido. Adentro.
En las tierras del adentro, fuente
que mana el agua del arte
y de los sueños. Adentro en estas tierras
el arte germina y se cumple
cual semilla, a veces tardía
en iluminarnos o surgir, en
darse de pronto forma. No
todo el mundo llega a estas tierras,
ni le son posibles, ni les rozan la piel
o digamos que con todo el cuerpo las comprenden.
Para quienes las sienten y a ellas
su corazón acompasan
el arte en ellas brota
y se realiza. Se logra. El arte es tierra y es semilla
que se cumple y que se abre
para quien la sepa alentar, para
quien la recoja. El arte
es solo y libre. Sólo arte
puede ser una vida, el arte
lo único que de verdad la vertebre
y la defina, la constituya. El arte
el modo de vivir esa vida, de haberla
ya vivido o cumplido. Por eso aquí
no hay casi biografía, despojos tristes
o superfluos, huesos como dije,
chismes, sucesos. El arte se cumple
e ilumina y puede ser en verdad
la auténtica vida o biografía.
Un resplandor entre la noche que empezó un día
y la que en otro será consumida. Un resplandor,
un haz de encuentros, de caminos.
De misterios y temblores. De prodigios,
es decir, de hallazgos
que el poema encuentra
como una luz entre los dedos. No hay
casi biografía para ellos. Sólo ese arte
en que se cumple la vida, y es su
cifra.

Hasta el final camina el canto


Fotos: Anna Xalabarder
Edición: María García Esperón

Santiago Montobbio

Santiago Montobbio
Foto: Anna Xalabarder

Volvió a escribir

después de 20 años de silencio. Entonces Ernesto Sábato, Miguel Delibes, Juan Carlos Onetti y Camilo José Cela describieron su poesía como honda, misteriosa, envidiable.
Es Santiago Montobbio (Barcelona, 1966) de esa estirpe de poetas que cosechan el misterio en la cotidianeidad, que se transportan con ligereza a ese otro lado donde está la sombra alumbrada y vuelve sembrado de palabras tan sencillas como poderosas, tan sobrenaturales como humanas.
(María García Esperón)