Si sporge la luna dai tetti. Traducción al italiano y voz de Amaranta Sbardella



Si sporge la luna dai tetti
e l’uomo in lei si sporge, è
anche vento che la trasporta e se stesso spinge
sino alla fine della terra, dove la parola
termina o comincia e nell’ombra
applaude e alla luce
si fonde, in una strana musica
che cifra l’uomo, che ne è patria,
come quella luce o quell’ombra o come l’aria,
aria trascesa dallo spirito e trapassata nella luce,
uomo che cerca il suo fondo e la sua naturalezza e i suoi contorni
in processioni di poesie
che palpitano nella verità, nella verità
incomprensibile e ultima
di quest’esistenza assurda, di questo tempo
ferito e fiero
che come una croce si imprime nelle fronti
e non ci abbandona. L’uomo è sempre ultimo,
è sempre canto, è sempre abisso.
Le poesie sono il modo di lambire il suo precipizio.



Se asoma la luna por los tejados
y en ella el hombre se asoma, también
es viento que la transporta y a sí mismo lleva
hasta el fin de la tierra, donde la palabra
termina o empieza y bate palmas
en la sombra y con la luz
se hermana, en una extraña música
que al hombre cifra, que del hombre es patria,
como esa luz o esa sombra o como el aire,
aire por el espíritu trascendido y en la luz traspasado,
hombre que busca su fondo y su naturaleza y sus contornos
en procesión de poemas
que en la verdad palpitan, en la verdad
incomprensible y última
de esta existencia absurda, de este tiempo
herido y fiero
que se graba como una cruz en las frentes
y nos nos deja. El hombre es siempre último,
es siempre canto, es siempre abismo.
Los poemas son el modo de bordear su precipicio.


(C) Santiago Montobbio
(C) Traducción: Amaranta Sbardella

Santiago Montobbio

Santiago Montobbio
Foto: Anna Xalabarder

Volvió a escribir

después de 20 años de silencio. Entonces Ernesto Sábato, Miguel Delibes, Juan Carlos Onetti y Camilo José Cela describieron su poesía como honda, misteriosa, envidiable.
Es Santiago Montobbio (Barcelona, 1966) de esa estirpe de poetas que cosechan el misterio en la cotidianeidad, que se transportan con ligereza a ese otro lado donde está la sombra alumbrada y vuelve sembrado de palabras tan sencillas como poderosas, tan sobrenaturales como humanas.
(María García Esperón)