Presentación de La poesía es un fondo de agua marina en el Ateneo Barcelonés el 25 de mayo de 2012



Muy buenas a todos, lectores y escritores: el pasado día 25 de mayo de 2012, a las 18h, asistimos en el Ateneo Barcelonés a la presentación del nuevo libro, aparecido en Ediciones El Bardo, La poesía es un fondo de agua marina del poeta Santiago Montobbio. La actividad fue organizada por la Asociación Cultural El Laberinto de Ariadna en el Aula de los Escritores de la Asociación Colegial de Escritores de Cataluña (ACEC).

Felipe Sérvulo, coordinador de la Asociación, desde el inicio de su parlamento de presentación, se mostró deslumbrado por la poesía de Montobbio y continuamente lo animaba a leer sus poemas para deleite de los que asistíamos al acto.

Quedó claro que Santiago Montobbio es un poeta de inspiración torrencial como lluvia monzónica, que se ha hecho esperar veinte años de sequía inspiradora tras la anterior tirada de poemas juveniles que no ha publicado sino hace dos años, más o menos: En esta nueva etapa ha llegado a escribir cuatrocientos treinta y ocho poemas -¡438!, sí- en tres semanas, o sea una media de veinte poemas diarios. Ante este manantial puede pensarse que la calidad de lo escrito pueda sufrir altibajos, pero nada más lejano de la realidad como se fue demostrando lectura tras lectura a lo largo del acto: desde poemas mínimos a largos poemas narrativos, todos de factura impecable y de contenido certero: los breves llenos de pensamiento, los largos de recuerdos. En realidad toca géneros diversos como buen dominador de los recursos literarios que es.

De forma anecdótica y dentro de la corriente de complicidad entre los asistentes, el autor reconoció que parte de los poemas los escribió en la biblioteca y en el jardín de donde estábamos y que la génesis de un poema es para él musical ya que siente que poesía y música son dos formas distintas de una misma intención al igual que decía María Victoria Atencia, que escribe sintiendo la melodía que le transmiten las palabras que va empleando, pero eso surge en él de forma natural, no buscando un efecto determinado como deben hacer otros no tan afortunados en sus dones mentales y espirituales. Aclaró que por razones editoriales tuvo que suprimir poemas pero que, a la hora de publicarlos, decidió CONSCIENTEMENTE no agruparlos por temas sino que respetó el orden en que habían surgido de sí mismo y por ello la numeración cortada que aparece a veces en el libro, pero que eso ha dado la pauta de la “partitura” que se toca: como un diario en que se plasma una experiencia de conciencia…

Reconoce Montobbio que en esta entrega hay más madurez, que sus temas “son más templados”, que –como indica un asistente- se ha asentado, como corresponde a que ha vivido más, a que ha aumentado muchísimo su caudal cultural. Por ejemplo en los poemas narrativos, en que muestra una visión más amable de la infancia y más concreta, como sucede en la poesía de juventud que aparecía “la ciudad” y ahora esa “ciudad” se ha convertido en “Barcelona”.

Debemos incidir en que a lo largo del acto constantemente demuestra una gran base de cultura y una inteligencia clara, que subyuga al público, formado por escritores y gente de preparación alta.

La lectura de sus poemas va enfervorizando a todos, desde Felipe Sérvulo a los que al principio pensaban que se trataba de asistir a una presentación de trámite de “uno más”. No, esta vez está hablando un poeta que de un instante, de algo nimio (nº 237, nº 296, nº 373) logra un poema que adquiere una deriva filosófica. Por ejemplo, en el nº 237 con frotar los cristales de las gafas al limpiarlos, eleva un gesto cotidiano a la poesía, a la idea; o en el nº 373 donde toma como tema un camión de lavandería y acaba en un pensamiento complejo que rezuma filosofía. Porque, para Montobbio, el arte es una actividad sagrada que debe tener una misión alta aunque se use como instrumento algo cotidiano, CUALQUIER COSA PUEDE SUSCITAR LA EMOCIÓN POÉTICA (sic). Es decir que UNO EMPIEZA HABLANDO DE UN OBJETO COTIDIANO Y SE ACABA CON DIOS (sic) .
Como observó uno de los asistentes le recordaba a Celaya, a Hierro, sí, pero con otra pulsión más actual.

Bastantes poemas después, y, ante la presión del reloj –no nos hubiéramos movido de allí: queríamos más, más poesía con mensaje–, terminó la presentación con la lectura de un largo y maravilloso poema narrativo, a tres voces, entre ellas la de Felipe Sérvulo y la de Montobbio mismo, que lee muy bien, no como otros que escriben pero a la hora de leer su obra se atascan, tartamudean y no saben salir airosos del trance. Santiago Montobbio es un peso pesado de preparación cultural, tímido en algunas cosas, pero orgulloso defensor de su obra tras un velo de ironía que supone le viene de familia. Lo que quedó claro es que, como dijo, “el arte tira siempre adelante”.

María Luisa Ordóñez Llanos.
Barcelona, 29 de mayo de 2012

Fuente: Revue d’Art et Littérature, Musique

Santiago con parte de los asistentes al acto.


Con Felipe Sérvulo en el jardín romántico del Ateneo Barcelonés

Santiago Montobbio

Santiago Montobbio
Foto: Anna Xalabarder

Volvió a escribir

después de 20 años de silencio. Entonces Ernesto Sábato, Miguel Delibes, Juan Carlos Onetti y Camilo José Cela describieron su poesía como honda, misteriosa, envidiable.
Es Santiago Montobbio (Barcelona, 1966) de esa estirpe de poetas que cosechan el misterio en la cotidianeidad, que se transportan con ligereza a ese otro lado donde está la sombra alumbrada y vuelve sembrado de palabras tan sencillas como poderosas, tan sobrenaturales como humanas.
(María García Esperón)