A veces pienso que no quiero palacios de labios


A veces pienso que no quiero palacios de labios
para que después el tiempo
les agriete las manos.
A veces no quiero. A veces -ya lo ves-
soy el niño que tiembla y piensa eso.
Quisiera que lo supieras, quisiera decírtelo,
como los que esconden los ositos de trapo;
un secreto o un miedo; quisiera decírtelo,
para que lo tuvieras y pudieras dejarlo
en la mesita de noche
como aspirina o vaso de agua
y lo tuvieras ahí, en silencio y al lado.
Y que cuando no esté, cuando de verdad me haya ido
sea mi torpe retrato, una fotografía amarilla
que detrás de los años te diga -amor-
que no te engañé nunca, que una derrota
está en el rostro, que una derrota -adiós y adiós-
jamás se oculta.

(C) Santiago Montobbio
Absurdos principios verdaderos
Realización: María García Esperón
Música: L. Einaudi
MMXI

Para vivir no quiero islas palacios torres y qué alegría


Para vivir no quiero islas palacios torres y qué alegría
vivir en los pronombres. Era algo así, ¿recuerdas?.
O también aquello: para vivir necesito muy poco.
Por ejemplo: mi tiempo. Entre paréntesis, y casi yo diría:
para vivir no necesito nada, sólo quizá -y es un ejemplo-
un poco de mi tiempo. El tiempo en que aniden acaso
los pronombres. Pero no sé. De verdad no sé
para vivir qué quiero. Quizá menos sombra,
no tanto daño o, muy simplemente,
que en la derrotada memoria
luz y sombra se den la mano
para ayudarme a creer que si recorro las esquinas de los sueños
habrá otro sueño.

(C) Santiago Montobbio
Absurdos principios verdaderos.
March Editor. 2011

Santiago Montobbio

Santiago Montobbio
Foto: Anna Xalabarder

Volvió a escribir

después de 20 años de silencio. Entonces Ernesto Sábato, Miguel Delibes, Juan Carlos Onetti y Camilo José Cela describieron su poesía como honda, misteriosa, envidiable.
Es Santiago Montobbio (Barcelona, 1966) de esa estirpe de poetas que cosechan el misterio en la cotidianeidad, que se transportan con ligereza a ese otro lado donde está la sombra alumbrada y vuelve sembrado de palabras tan sencillas como poderosas, tan sobrenaturales como humanas.
(María García Esperón)